¿Qué son las terapias cognitivas contextuales?

Este enfoque psicoterapéutico, de raíz contextual, se orienta por principios que vinculan lo psicológico con el entorno, la historia y las formas de relación. Su marco teórico se apoya en desarrollos filosóficos y clínicos que conciben la experiencia como inseparable del contexto en el que ocurre.

Desde esta perspectiva, los fenómenos psicológicos no se abordan como unidades aisladas, sino como expresiones que emergen en la interacción entre la persona, su ambiente y su recorrido vital. Por ello, el trabajo clínico se define a partir de esa complejidad, poniendo el acento en la función que cada manifestación adquiere en ese entramado.

man in gray top walking on dock bridge
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person holding jigsaw puzzle piece
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Psicoterapia Analítico Funcional (FAP)
selective focus photography of orange and brown falling maple leaves
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La Psicoterapia Analítico-Funcional parte de una perspectiva contextual y relacional del trabajo clínico. Su punto de partida es simple: lo que ocurre en la sesión no se considera una instancia neutral ni separada de la vida de quien consulta, sino un espacio donde se actualizan formas de vínculo que ya forman parte de su historia.

Desde este enfoque, lo relevante no es solo aquello que se dice, sino el modo en que se establece la relación terapéutica. Allí se vuelve posible observar ciertos patrones que afectan el bienestar y, a través de cada encuentro, generar condiciones para que algo de eso pueda transformarse.

El cambio no se busca como efecto posterior de la relación, sino como algo que tiene lugar en ella. Por eso, la intervención se apoya en la presencia atenta del terapeuta, en su capacidad para percibir lo que emerge en el vínculo y responder de un modo que favorezca nuevos modos de estar con uno mismo y con los otros.

Este modelo terapéutico no se basa en protocolos fijos, sino que se adapta a la singularidad de cada proceso. Su objetivo es favorecer un movimiento hacia formas de vida más coherentes con aquello que resulta valioso para la persona, incluso cuando persistan ciertos síntomas o dificultades.

Se trabaja sobre patrones rígidos que tienden a sostener el malestar, especialmente aquellos vinculados a la evitación o a la necesidad de control. En lugar de suprimir lo que incomoda, el proceso busca habilitar otras formas de relación con eso que aparece como obstáculo, sin perder de vista una dirección construida con sentido.

Dos ejes sostienen esta práctica:

Aceptación, entendida como la posibilidad de reconocer lo que se presenta sin negarlo ni forzarlo.
Activación, como forma de retomar el compromiso con aquello que importa, más allá de las condiciones dadas.

El foco está puesto en la flexibilidad: no como simple cambio de conducta, sino como capacidad de posicionarse de otro modo frente a lo que afecta, orientado por los valores que cada quien reconoce como propios.

Mi enfoque

Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT)